Nadie duda que cualquier viaje por España es un festín para los sentidos. Nos damos cuenta de ello a la vuelta de algún otro viaje, de otros destinos que anotamos en nuestro cuaderno de bitácora que a nuestra vuelta el balance no nos ha satisfecho del todo. Que seguimos teniendo “hambre” de viajes. De VOLVER a España. Y volvemos  aponernos fecha para citarnos con nuestras regiones, comarcas que todavía tenemos pendiente visitar, algún rincón de naturaleza o alguna pequeña población que nos han recomendado visitar en los cuatro puntos cardinales.

Sin que nos hayamos dado cuenta ya estamos casi en la mitad del año, hace unos dos meses ya ha llegado la primavera y la ruta sigue ahí, esperándonos, la ruta que nos lleva a ese sitio que nos marcamos o que ni hubiéramos pensado que nos iba a llevar hasta allí. Este viaje es de esos en los que el destino es el propio viaje. El que hacemos para abrir la mente a través de los ojos y, por qué no, al resto de los sentidos con los que también nos nutrimos.

Y es que estamos en la época en que todo se revoluciona, todo vuelve a brotar y la luz revaloriza un viaje hacia el paisaje. Apetece como nunca sumergirnos en él, recorrer los campos que se tiñen de colores, la búsqueda de celebraciones que concretamos en citas gastronómicas, rutas culturales, fiestas tradicionales y la mera observación de campos y horizontes rebosantes de naturaleza en plena floración.

Es inmensa la cantidad de campos cubiertos con mantos de flores. Mayo abre la temporada para perfilar la ruta que nos lleva a cada uno. En Cataluña se ha creado a orillas del Ebro “La Ribera en Flor”. Una ruta inspirada en la floración de millares de árboles frutales entre las poblaciones de Vinebre, Mora de Ebro, Benissanet y Miravet en Tarragona. Una cita única en la que la población abre las puertas de sus casas, campos y fincas para enseñar a todo el que quiera sus rebaños, sus cultivos, sus obradores y sus productos como la miel, el queso, la fruta o la verdura.

Ribera en Flor

Los hoteles ideales para disfrutar de un viaje por esta comarca son San Jordi Hotel en  Montbrió del Camp y Les Capçades en Horta de San Joan, del club de hoteles con encanto de Ruralka, que además está calificado con “Motorfriendly” con ventajas pensadas para amantes del motor.

Les Capçades, Tarragona

Castilla y León nos ofrece otra joya floral. En el valle del Tiétar, más de 50.000 cerezos explotan de color fundiendo su blanco y el rosa con el de las últimas nieves de la Sierra de Gredos, repartiéndose principalmente por los pueblos de Guisando, El Hornillo y El Arenal. “Los Cerezos en Flor del Valle del Tiétar” es el nombre de una ruta de ocho kilómetros que engloba el Parque regional de la Sierra de Gredos.

Valle del Tiétar

Las zonas húmedas son regadas por los ríos Arenal y Zarzoso, donde podemos refrescarnos en sus numerosas fuentes. El Arenal se sitúa en pleno centro de la comarca, rodeado de pinares. El Hornillo aumenta la paleta floral de sus cerezos con castaños, nogales y árboles frutales que son un espectáculo en este tiempo. Guisando se encuentra en la vertiente sur, siendo una villa declarada Bien de Interés Cultural.

Valle del Tiétar

Alójate en un establecimiento Ruralka al lado mismo de estos pueblos, la El Vergel de Chilla en Candeleda, o en El Rinconcito de Gredos en Cuevas del Valle, o la Casa Rural Corral del Nido en el pueblo de La Carrera.

En la costa mediterránea podemos disfrutar de la famosa ruta de los ocho pueblos de Vall de Gallinera -Benirrama, Benialí, Benissivà, Benitaia, La Carroja, Alpatró, Llombai y Benissili-, un  espectacular paisaje de árboles frutales en flor a pocos kilómetros partiendo desde Alicante o Valencia.

Benirrama

Un interesante recorrido para disfrutar de su cocina tradicional, cerezas de la zona, aceite de oliva virgen, embutidos, dulces, miel o mermeladas. Para disfrutar y descansar después de completar la ruta, podemos alojarnos en Hotel Con Encanto Masía La Mota en Alcoi, Boutique Hotel Sierra de Alicante en Busot o el Nature Suites Puig Campana Hotel en Finestrat, ambos además designados “Motorfriendly” por Ruralka.

En Andalucía, un verdadero mando blanco se extiende infinitamente en la Sierra de Mágina, el pueblo literario de Antonio Muñoz Molina que el escritor maneja a su antojo. Es en Torres donde la cereza es un fruto que se ha convertido, junto con el agua, en símbolo del municipio  y aquí, en un buen año, puede llegar a producirse hasta un millón de kilos.

Torres

Son muchas las variedades de cerezas que crecen al abrigo de la sierra torreña, pero destacan la burlat a mediados de mayo, con frutos rojos oscuros muy jugosos, dulces y sabrosos; la esfinge y la picota, última de la temporada.

Cerezos en Flor

Y para desfrutar de la cereza, nada mejor que alojarnos en Cortijo Montano en Béjigar, con toda la calidad y encanto de Ruralka.

Los mejores meses para poder ver los campos teñidos de rojo por sus amapolas son abril, mayo y septiembre. La amapola crece de forma espontánea, sobre todo en los campos cerealistas y por su competencia con los cultivos incomoda al agricultor ¡pero es adorada por una legión de instagrammers!

En Treviño y en los Valles Alaveses podrás ver campos espectaculares de amapolas. A las afueras de Polán (Toledo) y en La Bureba (Burgos) existen más de 40 hectáreas de campos de amapolas. Si queremos disfrutar de paisajes de amapolas hemos de darnos prisa porque duran pocas semanas, aunque siempre vuelven a salir con la renovación de tierras.

En Toledo podemos alojarnos en Hotel & Spa La Salve, en Torrijos, El Cigarral del Pintor o en Casa Rural Villa Cornelius cercanos a la capital manchega o el originalísimo Miluna Open Nature Rooms de Hormigos, también “Motorfriendly”.

En Galicia la flor más preciada es la camelia. Procedente de oriente, es la protagonista  al encontrárnosla en los pazos más singulares de A Coruña y Pontevedra en verdaderos jardines botánicos al aire libre. Tanto es así que se ha creado la “Ruta de las Camelias” para ser recorrida entre febrero y abril, aunque su floración puede extenderse a otras épocas. Su clima húmedo, las suaves temperaturas y suelos fértiles y ácidos son los causantes de este fenómeno. Un recorrido que cruza hasta 12 pazos y jardines públicos y privados, que albergan más de 8.000 variedades de camelias que forman parte del patrimonio histórico de Galicia.

La mayoría se encuentran a una distancia que no supera los 25 kilómetros, lo que facilita realizar la ruta en un solo día. Puedes elegir para alojarte entre Casa do Zuleiro en Outes, Casa Brandariz en Arzua  y Entre Os Ríos en Pobra do Caramiñal de A Coruña, calificados “Motorfriendly,  y el Hotel Enoturismo Lagar de Costa en Cambados, Ecoturismo Aldea Portomartiño en Portomartiño –Xesta (A Lama) o Torre do Río en Caldas de Reis en Pontevedra.

Esperamos que nuestro post de las mejores Rutas Florales te inspire para coger la moto, es momento de conectar con la naturaleza, ver paisajes espectaculares que no conocías y, sobre todo, volver a sentir la libertad.