Recorre con nosotros los espectaculares Pirineos

El colosal macizo de los Pirineos, con sus cerca de 435 km. de distancia, además de ser una potente barrera que obliga un trazado caprichoso de cualquiera de sus rutas hacia el norte, nos tienta recorrerlo de este a oeste emulando las clásicas “Rutas dos Mares” y desenmascarar cada cara pirenaica. Las diferencias entre los valles catalanes, de clara influencia mediterránea, de la piedra seca y altiva del pirineo oscense, y la frondosidad del paisaje navarro. Hoy viajaremos por su ladera más fresca, que va desde el Roncal –primer valle oriental– hasta el Bidasoa, pegado al mar Cantábrico, el verde intenso y la humedad asociada a la proximidad del mar nos estimulará a recorrer un valle tras otro.

Foto: Pirineos

El comienzo de nuestra ruta lo ponemos en Leyre, que guarda las primeras referencias históricas de Navarra. Hoy acoge a la comunidad de monjes benedictinos, que siguen practicando –como hace más de mil años– la liturgia en canto gregoriano. Dejando de espaldas el Pantano de Yesa, aguas abajo del río Aragón buscamos su entronque con el rio Esca.

Foto: Pantano de Yesa

Tomando ya la preciosa carretera que sigue su curso, nos adentramos en el valle del Roncal, cuyos pueblos siguen aferrados a la tradición del cuidado de sus pastos y el ganado. Pasamos por sitios tan típicos como Sigües, Burgui o Roncal. Al fondo del valle, bien arriba, hay que descubrir el rincón de Belagua, un minúsculo valle glaciar con un estrecho acceso, para después ensancharse en un increíble paisaje esmeralda. Para llegar hasta aquí se accede desde Isaba por una carretera que conduce hasta la Piedra de San Martín, una zona donde se hallan las mayores cavernas del mundo, con sus 1.340 m. de profundidad y donde se celebra una curiosa tradición cada 13 de julio, el tradicional Tributo de las Tres Vacas, una sentencia arbitral entre roncaleses y baretones que data de 1375.

Foto: Puente romano sobre el río Belagua

Desde esta esquina se vislumbra el Orhi y a sus pies el verde –o rojizo en otoño– de la selva de Irati, lo que nos anima a saltar al valle de Aezkoa –no sin antes llevarnos en la mochila un exquisito queso del Roncal de recuerdo–. Su condición de zona prácticamente inaccesible explica tal densidad de hayas, abetos y cientos de especies vegetales. Es ideal para un largo paseo a pie o en bici. El río Irati atraviesa su umbría y tras drenar el pantano de Irabia se descuelga por el valle y riega un sinfín de pequeñas aldeas: Abaurrea, Hiriberri, Garaioa, Orbaitzeta… Sus aguas penetran por angostos cañones, como la foz de Gaztelu que se salva por un espectacular puente colgante o la de Iñarbe, cerca de Oroz-Betelu. Pero el cañón más espectacular del Irati es la Foz de Lumbier, casi en la desembocadura del río Aragón. Es una garganta estrecha y pequeña de 1.300 metros de longitud y en cuyas paredes verticales viven grandes rapaces, y también zorros, jabalíes y tejones.

Por aquí pasa el Camino de Santiago, lo que nos recuerda la importancia de Navarra en la ruta jacobea., ya que por uno de sus pasos pirenaicos, el de Ibañeta, introduce en España el ramal más conocido, el Camino Francés. Rebasado este puerto, los peregrinos divisaban por primera vez la tierra donde reposaban los restos del apóstol Santiago. En Roncesvalles, su colegiata es considerada la primera muestra del arte gótico en suelo español e imitación de la malograda catedral parisina de Nôtre Dame.

Foto: Selva de Irati, Navarra

Desde Roncesvalles hay indicaciones hacia uno de los tramos más bonitos del Camino de Santiago. La flecha amarilla nos hace pasar por Aurita para continuar después hacia el alto de Mezkiritz, y seguidamente adentrarse en le bosque de Erro, quizás la zona más insólita con la que puedan encontrarse los peregrinos –y temida por los primeros devotos del apóstol por cobijar maleantes–. Un auténtico bosque de cuento, surcado por un camino errático entre robles, tejos y abedules centenarios, que se conserva intacto desde aquellos tiempos. Como para perdérselo.

Foto: Roncesvalles

Tras Erro, el camino va hacia Zubiri y Larrasoaña en dirección a Pamplona. Pero no debemos obviar otro precioso enclave: El Valle del Baztán.

Foto: El Valle del Baztán

Atravesando la estrecha carretera de Urtasun N 138, alcanzamos la N121A, que en dirección norte nos llevará hasta Elizondo. Esta bella población es la que quizás concentra lo más simbólico del paisaje navarro: La fortaleza de sus pétreos caseríos centenarios. Su parque del Señorío de Bertiz y castillo son igualmente indispensables de visitar y, ya que estamos, Elizondo puede ser buen lugar para conocer la gastronomía navarra, en especial su afamada repostería y buen chocolate. También destacan la caza, el cordero asado a la brasa, la chuleta de ternera, el salmón del Bidasoa, el txuri ta beltz (la morcilla típica de Navarra), los hongos y setas, el paté, los licores con el pacharán a la cabeza, el queso y la cuajada. Si queremos degustar algo típico, los canutillos de Sumbilla y los Piperropiles. Mención especial merece Irurita, donde sus palacios y sus casas blasonadas casi superan al caserío tradicional. Lantz es bien afamada por sus “ruidosas” fiestas de carnaval, ataviadas sus gentes con pieles, cencerros y trajes populares.

Foto: Elizondo

La última etapa del viaje encara un nuevo puerto, de estos que tanto nos gustan a los moteros: el puerto de Otxondo, que tras coronarlo continuamos desviándonos a la izquierda por la NA- 2.655 para ascender hacia el pico Gorramakil. Un tramo de increíbles paisajes de mar de montañas. Volviendo a la N 121, en Dantxarinea ponemos fin a nuestra ruta que iniciamos por el Valle del Roncal. A pocos minutos del pueblo nos aguarda el misterio de las cuevas en Zugarramurdi, bien conocidas por ser lugares de celebración de los míticos «akelarres» o reuniones de brujas que datan del lejano siglo XVI.

Foto: Cueva de Zugarramurdi

Durante todo el recorrido por los valles navarros no te olvides de hospedarte en los mejores hoteles con encanto. El club de Calidad Ruralka te propone los alojamientos Irati Barnean (Orbaizeta9 y la Casa Rural Azpioetxea. ¡Alojamientos de diez para una ruta por los Pirineos!

Rutómetro

Itinerario

Leyre – Isaba – Collado de la Piedra San Martín – Isaba – Ochagavía – Orbaitzeta – Roncesvalles – Erro – Lantz – Elizondo – Arizkun

  • Ruta total: 285 km
  • Tiempo estimado: 6 horas
  • Época recomendada: Primavera, Verano, Otoño

Puntos de interés

  • Roncesvalles: Colegiata de Santa María, búnkeres de la Guerra Civil Elizondo: Iglesia de Santiago, Puente de Txokoto, palacios y casas blasonadas, conjunto típico.
  • Oieregui: Parque Natural del Señorío de Bertiz.
  • Amaiur: Arco de entrada, monolito, conjunto típico.
  • Donamaría: Torre defensiva, Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
  • Ziga: Mirador de Baztán.
  • Zugarramurdi y Urdax: Cuevas. Selva de Irati: Bosque de hayas, abetos y otras especies vegetales.

Hoteles recomendados

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