Hoy os proponemos ser algo imaginativos, dejar volar la mente para que nos transporte bien lejos aunque, de momento, sin movernos del sillón. Es verdad que todo viaje perfecto tiene un alto componente de imaginación. De hecho, siempre que estamos viajando, siempre imaginamos el siguiente destino e iniciamos un bucle con nuestros destinos deseados, nuestros futuros viajes o emprender una ruta taaaaaaaan larga que ponga a prueba nuestras fuerzas.
¿Y si nos hacemos los fuertes y pensamos en la ruta más larga posible? La Panamericana en el continente americano atraviesa catorce países y recorre más de 25.000 kilómetros desde Canadá hasta Argentina. En oriente dos autopistas de 34.000 kilómetros, las Asian Highway AH1 y AH2 surgen de un acuerdo entre 32 piases para facilitar sus tránsitos hacia Europa. Y en nuestro continente, las grandes rutas tienen la curiosidad de estar identificadas con dos o tres números dependiendo de su importancia, pares si la carretera va de Este a Oeste, e impar si es de Norte a Sur.
¿Y si en España quisiéramos darnos una panzada de kilómetros? La N-340 es la carretera más larga de la península Ibérica con una longitud de aproximadamente 1.325 km. que nos llevaran desde Cádiz hasta Barcelona por todo el litoral mediterráneo, lo cual tiene su encanto, atravesando cuatro Comunidades Autónomas, diez provincias y más de 150 municipios. La N-340 ha sido desdoblada y convertida en autovía en algunos tramos por lo que siguiendo su simbólico trazado, finalmente deberemos optar por la moderna autovía.
Polibio la llamó Heráclea y Estrabón Vía Exterior, pero tomó su nombre definitivo de “Via Augusta” cuando fue reparada y mejorada bajo el mandato de César Augusto pocos años antes del inicio de nuestra era. El trazado de esta carretera permanece intacto desde los tiempos de la ocupación romana de la península ibérica entre Gibraltar y Barcelona hasta la provincia de Murcia. La N-340 es calificada por muchos el equivalente español a la mítica Ruta 66 norteamericana. Tuvo su origen en la antigua “Vía Augusta”, que iba desde Roma a Gades, actual Cádiz. Entre los siglos XVIII al XIX mejoraron estas vías pasando a ser Caminos Reales, aprovechando gran parte del antiguo recorrido. Durante décadas ha sido el camino de las vacaciones, de los destinos de sol y playa para unos, y también el rumbo de una nueva vida para otros. El primer tramo pasa por pueblos emblemáticos como Vejer de la Frontera, Chiclana, Jerez, Arcos y otra media docena de pueblos entre Cádiz y Málaga.
Llega hasta Tarifa, la población más sureña de Europa, pasando por Algeciras para continuar recorriendo plácidamente el litoral por Estepona, Marbella, Fuengirola, Torremolinos y Málaga.
Al llegar Almería se desdobla en la N-340a y se enfila hacia el desierto de Tabernas, escenario de películas como Conan el Bárbaro, Indiana Jones e innumerables Spaghetti Western durante décadas, para terminar uniéndose en la actual A7.
En Murcia la vieja vía romana apenas llega a los 100 kilómetros con el cometido de dar acceso a los pueblos de la Costa Cálida: Lorca, Totana, Alhama o Alcantarilla donde la carreta es también su Calle Mayor.
En Alicante atraviesa Orihuela, el pueblo de Miguel Hernández, y desde la carretera puede divisarse el Palmeral de Elche. Pasado Alicante, la carretera se eleva bordeando las Sierras del Maigmo y Mariola pasando por Alcoy y Játiva. La antigua cartografía nos recuerda que la N-340 nos llevaba desde Alcoy a Jijona y San Juan de Alicante. Podemos jugar en el camino a adivinar dónde siguen estando los antiguos hitos kilométricos, separados por menos de 1.000 metros. En los márgenes de la N-340 también se pueden encontrar vestigios de otros tiempos, como las casas de los sufridos peones camineros. Hasta mediados del siglo XX los peones camineros eran los encargados de mantener los caminos y carreteras en buen estado. Trabajadores para el Estado con la obligación de mantener en buen estado un tramo asignado, denominado “El Trozo”, equivalente a una legua (unos 5 km.). Sus tareas consistían en la reparación, limpieza y mantenimiento del firme, cunetas y zonas aledañas.
El tramo final entre Valencia, Castellón y Cataluña ha sido “suplantado” por la A7 y la V31, aunque una salida que da acceso al sur de Silla nos va a permitir seguir tejiendo pueblos por el hilo imaginario de nuestra querida antigua ruta: Beniparrell, Albal, Catarroja, Masanasa, Alfafar, Benetúser… aun así si perdemos la pista, los nombres de las calles nos volverán a encontrar la ruta marcada. Por ejemplo en Beniparrel nos encontraremos con la Carretera Real de Madrid, en Catarroja nos veremos enseguida circulando por la Avinguda del Camí Reial y en Valencia, la Avenida Real de Madrid, todos ellos procedentes de los Caminos Reales que antes mencionábamos.
Tras dejar a tras Valencia continuamos hacia la comarca de L’Horta Nord o Huerta Norte. Seguimos nuestro curso sin ningún tipo de identificación de la N-340, pero el callejero acude en nuestro socorro. Al poco de salir de Valencia encontramos la calle Carretera de Barcelona, en Almácera. Después de cruzar una docena de pueblos y ciudades, en Sagunto nos reencontramos con la carretera 63 kilómetros después de haberla abandonado. Atrás dejamos un puñado de calles mayores que de una manera u otra nos dan una pista de que se trata de la ruta tradicional hacia Barcelona que formó parte de la ahora extinta N-340. En Castellón la vieja Vía Augusta cruza su casco urbano de punta a punta y, a la altura de Cabanes, acumula ya 1.000 kilómetros desde nuestra lejana partida en Cádiz.
Al llegar a Tarragona nuestra “carretera interminable” busca de nuevo el mar Mediterráneo. Unos kilómetros antes de llegar a San Carlos de la Rápita la N-340 se desvía hacia el interior, pero el recorrido original continúa pegado a las preciosas playas tarraconenses. Antiguamente, al llegar a Amposta la única manera de cruzar sobre el Ebro era el Puente de Amposta por esta vía, con sus imponentes pilonas en forma de arco del triunfo y la estructura colgante que salva una distancia de 134 metros.
A partir de El Perelló nuestra carretera se quita del tráfico y se convierte en un paraíso para el ciclismo sobre asfalto. De nuevo se entrelaza con la autopista recuperando maravillosas vistas al mar. Tarraconense fue declarada en el siglo I capital de la provincia romana. César Augusto pasó dos años en Tarraco dirigiendo desde allí las Guerras Cántabras. Recordad que mejoró esta antigua ruta y sus vestigios en Tarragona siguen siendo sus signos de identidad. A veinte kilómetros, el Arco de Bará es otro de los hitos sobre el trazado de la vieja Vía Augusta hasta hace bien poco.
Y ya en Barcelona, la localidad de L´Arboç nos muestra otro hito señalizando 1.200 km. de la N-340, la décima provincia en la que continuamos viajando sin abandonar una sola carretera. La Rápita, Els Monjos, Vilafranca… la carretera de Collblanc se convierte al llegar a la capital catalana en Carrer de Sants. La misma a la que llega el AVE echándonos un pulso en ver quien recorre más kilómetros; qué inocente, no sabe contra quien apuesta. Esta vez el reto lo hemos ganado nosotros.
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