Quique Arenas, embajador de Ruralka On Road y director de la revista Motoviajeros nos trae esta aventura en moto por la Sierra de los Filabres y el Levante Almeriense. El punto de partida: Casona Granado, un hotel boutique con alma motera en El Pilar, Lubrín. Aquí no solo se duerme bien: se respira autenticidad, calma y ese espíritu viajero que nos engancha.

Montamos nuestra flamante Morbidelli T1002VX, calzada con Continental TKC 70, y salimos con el rugido suave del motor marcando el ritmo. Nos espera un trazado circular de 315 km cargado de curvas, historia, mar y desierto.

Subimos por el Puerto de la Virgen, rumbo a las entrañas de los Filabres. La carretera se retuerce entre joyas rurales como Cóbdar y Chercos, hasta que aparece el Alto de Velefique, el “Stelvio andaluz”: un festín de curvas y vistas de infarto.

Más arriba aún, el Observatorio de Calar Alto, el mayor centro astronómico de Europa continental, nos espera entre pinares. 2.168 metros de altitud y un silencio cósmico. Parada obligada para sentirse pequeño y libre.

Cambiamos de escenario: bajamos por la AL-4404 y entramos en el desierto de Tabernas, tierra de spaghetti western. Fort Bravo, Los Albaricoques, y su aire de película. En el Bar Route 66 nos reciben con estética yankee y espíritu rutero. La foto cae sola.

Desde ahí, encaramos la costa por la  A-1102. El Mediterráneo se asoma, y Carboneras nos da la bienvenida. Pasamos junto al gigante dormido de El Algarrobico, y seguimos hasta Mojácar, con su luz mágica de atardecer.

La jornada termina como debe: en Casona Granado, entre buena comida en el restaurante Albar y un merecido descanso. Ruta redonda. ¿El resumen? Como vivir dentro de una película… de carretera, claro.

Quique Arenas