Viajar con la ropa adecuada, en verano e invierno, en viajes largos o en breves rutas es muy importante, por nuestra comodidad, pero sobretodo por nuestra seguridad.
En verano, por el calor que suelta el motor de nuestras monturas, ponernos la ropa de moto puede ser un suplicio. Tendemos a no usar los guantes, a ir en deportivas… Esto hay que superarlo. No llevar guantes, llevar pantalón corto o calzado que no nos proteja el tobillo puede ser fatal. Si es en la época de mayor calor, peor, la calzada puede estar tan caliente que además, nos queme la piel. Viajar en manga corta tampoco es recomendable, puedes quemarte con las partículas que lanzan los escapes de otros vehículos…¡y ni hablamos de los mosquitos, que son como alfileres!
Si estamos en invierno parece que la cosa cambia, somos más conscientes de que el frío nos afecta (más que el calor) y tendemos a abrigarnos más, pero esto tampoco es lo ideal. Ir embutido en la chaqueta de la moto nos reduce la movilidad y, por tanto, la agilidad sobre dos ruedas. Es preferible usar ropa interior térmica y un buen quita-vientos en caso de que nuestro equipo no lo lleve. El calzado debe ser siempre de GoreTex e Impermeable, llevar los pies fríos y mojados es de las peores cosas que te pueden pasar.
¿Vale cualquier chaqueta?
Sinceramente, no. Debemos llevar chaquetas de cordura o cuero, con protecciones en hombros, codos y espalda. La cordura protege nuestra piel, ya que es resistente a las abrasiones que produce el asfalto cuando nos deslizamos sin control sobre él. Los pantalones también de este material, deben llevar al menos protecciones en las rodillas y caderas, que son las partes del cuerpo que más se golpean y sufren en una caída. Unas buenas botas pueden evitar, incluso en una caída en parado, los esguinces por presión. Para el verano existen chaquetas con el punto de la cordura más grande, que permiten pasar el aire. Esto si hace calor es perfecto, ya que con nuestra propia transpiración y ese aire, refrescaremos nuestro organismo.
Guantes de verano y guantes de invierno.
En verano los guantes finos son suficientes. Simplemente tienen que tener material anti-abrasivo o estar reforzados para que en caso de caída protejan nuestra piel del asfalto. Llevarlos siempre bien atados es fundamental para que no salgan disparados en el primer toque. Para invierno y dependiendo del frío que haga, puedes usar guantes más o menos gordos. Cuanto más gruesos, menos sensibilidad a la hora de acelerar o frenar, hay que acostumbrarse. Usar guantes debajo de otros no es bueno, perderemos más tacto de nuestro manillar y notar las vibraciones (la información que llega de los neumáticos hasta los puños) es fundamental. Unos puños calefactados son perfectos para quitar la humedad y detener el frío en las largas travesías.
Una parte siempre olvidada: el cuello
Nunca se nos olvida proteger nuestra cabeza con el casco, pero ¿y el cuello? Es indispensable que uses una bufanda o “braga”. Las puedes encontrar finas para épocas más calurosas y de forro polar para el frío. Esta protección evita que entre algún insecto por el cuello, que las partículas de otros vehículos no nos hagan daño y claro está, nos protege del frío. Lleva siempre una, podrás usarla para tapar el pelo cuando te quites el casco.
Casco abierto, casco integral.
Para mi los cascos Jet (abiertos) no son los más seguros, aunque en tráfico urbano y en verano, son mucho más cómodos. Para carretera olvídate, no protegen la cara, son incómodos con la velocidad y nada seguros en caso de accidente. Si te agobian, usa un casco transformable, se abren desde la mentonera y dejan la cara al descubierto en segundos, aunque por carretera hay que cerrarlos. No son tan seguros como los integrales en caso de accidente, pero protegen más que estos. El casco integral es el más seguro, el que menos ruidos hace y el más recomendado para usar en cualquier tipo de conducción.
Si ya cuentas con la equipación adecuada para rodar en estos meses por carretera, ¡empieza a rutear!
Alicia Sornosa
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