Ruta por el bajo Miño

El río Miño es el curso fluvial más importante en Galicia y además configura uno de los entornos poblacionales y paisajísticos más singulares de esta región, al fusionar el atractivo del monte, el estuario y el río. Para nuestra nueva ruta vamos a experimentar sentimientos de un lado y del otro de este bellísimo cauce fluvial. Pocas veces la misma vega de un río nos provoca visiones de dos países bien distintos. A un lado, Galicia. Al otro, Portugal. Una raya transfronteriza amplia y húmeda que a lo largo de más de 70 kilómetros deja formas de vida distintas en los dos márgenes. Esta ruta, que desafía las fronteras marcadas en ambas orillas del Miño, puede recorrerse placenteramente con nuestra, pero también andando o en bicicleta, gracias a una gran red de senderos transfronterizos que nos van a permitir cruzarlo con entera libertad.

Ubicada en plenas Rias Baixas, A Guarda es una preciosa villa marinera en gran medida condicionada por una ubicación física privilegiada capital de la langosta e impregnada de un pasado legendario. Por un lado, sus importantes estructuras arquitectónicas como el monasterio de las benedictinas del siglo XVI o las casas solariegas de los Correa y los Somoza.

Y por otro sus tesoros naturales como las playas de Os Molinos, Armona y Lamiña. La zona de Camposancos es un lugar estratégico con abundantes recursos naturales e ideal para el asentamiento humano y origen de algunas afrentas políticas entre estados. En especial de un pasado celta que impregna el presente gracias a la pervivencia de los castros, sus antiguas moradas de forma circular. Uno de ellos tiene especial significado, el Castro de Santa Trega. Se cree que en su momento fue gran núcleo de población que data del siglo IV a.C. de hasta 5.000 habitantes. Otro aliciente que hemos de conocer en A Guarda son las incansables tejedoras de redes de pescadores.

Las “Redeiras” reparan redes grandes, enormes, que pueden extenderse cientos de metros, lo que conlleva un enorme trabajo y una admirable dedicación.Cambiamos de rumbo hacia tierras portuguesas. Atravesando la ría en ferry, Caminha, la vieja villa medieval nos espera con sus extensas playas de dunas, de comer buen pescado y deliciosas pastelerías. El casco antiguo de Caminha da para callejear a la sombra de los soportales que conservan fielmente su origen medieval. El Forte da Insua, enfrente a la playa, es una de las excursiones obligadas, donde se puede visitar el viejo convento que fue reconvertido posteriormente en fuerte militar. Dejando atrás sus muros defensivos, las playas de Moledo y Camarido son arenales en los que será irresistible descalzarse y relajar los sentidos.

Siguiendo por la carretera N13 el curso del rio Miño aguas arriba, se encuentra una pequeña aldea (freguesia) llamada Seixas. Es sin duda un lugar poco conocido pero muy agradable para un paseo, cuenta con la peculiaridad de tener dos ríos, varias capillas, cruceros y una estación de tren que parece detenida en el tiempo. La creencia popular afirma que el nombre del pueblo proviene de una especie de cangrejos grandes pescados en la zona. Y es que Seixas es lugar de pescadores, artesanía y, sobre todo, esculturas en granito. De nuevo en nuestra visita a esta aldea nos muestra los trabajos de los rederos y podemos sentarnos a disfrutar las vistas: el río Miño separando los dos países, enfrente el Monte de Santa Tecla (Pontevedra) o, si lo preferimos perdernos en sus montes cercanos.

Sin perder esta carretera, Vila Nova de Cerveira es una villa ubicada en el distrito de Viana do Castelo, en el noroeste de Portugal, cerca de la frontera con España y a tan solo 50 kilómetros de Vigo. Es un pueblecito muy agradable, con un casco histórico que se recorre en poquito tiempo. Cuando hace buen tiempo sus paisanos suelen decorar las casas, restaurantes y esculturas callejeras con retales y figuras hechas de crochet: una tradición que perdura desde hace más de 700 años. Valença do Minho, además de ser conocida por sus excelentes géneros textiles y vajillas, es ideal para pasear tranquilamente por sus calles empedradas con excelentes vistas sobre el Miño, de un buen bacalao acompañado de un vino verde de la tierra y sorprendidos por lo que encierra en su recinto fortificado, la obra militar más importante de Portugal con su identificativa forma de estrella.

Volviendo con nuestra moto a la ribera derecha del Miño, atravesando el majestuoso Ponte Rodo-Ferroviária de Valença, Tui es una de las mejores poblaciones medievales gallegas -y nos atreveríamos a afirmar que de la península-. Desde las orillas del río Miño podrás ir escalando sus sinuosas y pedregosas calles hasta la Catedral, situada en la cima de la colina. Debemos conocer también el Parque Natural de Monte Aloia con asombrosos miradores, rutas para senderistas, una muralla ciclópea y un entorno natural impresionante.

Poniendo ahora rumbo hacia el noroeste por la PO-344, dejamos atrás el Parque Natural do Monte Aloia y, al final de la desembocadura de la Ría de Vigo, nos espera Baiona, una de las más importantes villas marineras gallegas, con preciosas playas, entono natural, excelente gastronomía y, por supuesto, su imponente casco histórico declarado Conjunto Histórico Artístico. Además de Baiona, hemos de visitar Cabo Silleiro y Oia. El primero es uno de los imprescindibles en esta ruta por el Bajo Miño debido a la belleza de las panorámicas que pueden contemplarse entre miradores y baterías militares. El nuevo faro, de principios del siglo XX, es el centro de atención de todo este espectacular paisaje, a solo diez minutos desde Baiona. Este punto es uno de los mejores observatorios de las paradisiacas Islas Cíes, otro de los destinos soñados de Rias Baixas.

Rutómetro

Itinerario

A Guarda – Castro de Santa Trega – Caminha – Seixas – Vila Nova de Cerveira – Valença do Minho – Tui – Baiona

  • Ruta total: 73 km
  • Tiempo estimado: Un día
  • Época recomendada: todo el año

Puntos de interés

  • Vigo
  • Baiona
  • A Guarda
  • Vila Nova de Cerveira
  • Valença do Minho
  • Tui

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